Durante mucho tiempo se había creído que el cerebro humano era rígido, y que a medida que se envejecía, éste perdía neuronas irremediablemente, y por tanto facultades. Además se pensaba que esto era un proceso irreversible. Sin embargo, nuevos estudios sugieren en la actualidad que el cerebro es mucho más plástico de lo que se pensaba y que posee una enorme capacidad de adaptación.

Mayte Bonilla Castro


Las investigaciones que se están realizando para conocer mejor el funcionamiento del cerebro humano se dirigen hacia dos vertientes: por un lado, se intenta entender cómo le afecta el proceso de envejecimiento y la enfermedad; y por otro se trata de averigüar hasta dónde llega esa capacidad regenerativa y adaptativa que parece poseer. Esto ha llevado a determinar la existencia de una propiedad de nuestro sistema nervioso que le permite adaptarse a las nuevas experiencias vitales de manera continuada. Por lo tanto estas experiencias son capaces de modificar nuestro cerebro y de fortalecer o debilitar la sinapsis (estructuras que permite el paso de señales de una neurona a otra) que unen nuestras neuronas.

Además implica que, aunque se produzca el declive natural que conlleva el proceso de envejecimiento, el aprendizaje se puede producir a cualquier edad, por lo que nuestra inteligencia no es inmutable. El aprendizaje a nivel neuronal o aprendizaje hebbiano, es el que consiste en el desarrollo de nuevo cableado por parte de las neuronas en función de la experiencia; por lo que a través de este tipo de aprendizaje se fortalecerían las neuronas ya existentes y sus conexiones. Se piensa que este fortalecimiento de la sinapsis neuronal conllevaría dos aspectos: aprendizaje y memoria.

También tenemos que mencionar el concepto de neurogénesis, o la capacidad del cerebro de generar nuevas neuronas, que hasta hace poco se creía imposible. Éste es un proceso complejo que viene regulado por diversos factores como el ejercicio, que aumenta el flujo sanguíneo en el cerebro, o una alimentación adecuada.

Estudios sobre el envejecimiento cerebral

Respecto a las investigaciones que intentan comprender como envejece el cerebro humano, se puede mencionar el estudio que recientemente se ha llevado a cabo sobre los efectos del envejecimiento sobre la memoria involuntaria por parte de investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) Al mismo tiempo han realizado otro estudio en el que se ha investigado la función cognitiva en personas mayores sanas y en adultos mayores con un déficit cognitivo leve (DCL). Estos trabajos tenían la finalidad de comprobar qué diferencias presenta la capacidad de memorizar en los adultos con un envejecimiento sano de aquellos adultos que presentan un envejecimiento patológico.

La memoria involuntaria o implícita es aquella que almacena información sobre habilidades motoras, estrategias perceptivas y hábitos personales (por ejemplo, cómo conducir un coche). Es la memoria de procedimiento o memoria sin conciencia ya que para recuperar esta información no es necesaria la atención consciente. Esta sería la memoria que conservan los pacientes amnésicos (Warrintong y Weiskrantz). La memoria explícita por su parte, se refiere al almacenamiento de hechos generales (memoria semántica) y sucesos de nuestra vida (memoria episódica) dicho de otra forma, almacena recuerdos conscientes.  Por ejemplo, si recordamos las instrucciones que hemos recibido durante una clase de conducir, esto respondería a la memoria explícita, pero la progresiva mejora en nuestra habilidad como conductores debido a la práctica de dichas instrucciones, estaría dentro del ámbito de la memoria implícita.

El funcionamiento cerebral varía con la edad

Hasta este momento se pensaba que la memoria implícita no se deterioraba con el paso del tiempo (Jacob y Dallas, 1981) y que resistía el envejecimiento, pues aparentemente se mantenía constante en todos los grupos de edad y hasta edades muy avanzadas. Las investigaciones llevadas a cabo por los científicos de la UNED y del Beckman Institute (EEUU) ponen ahora en duda estas afirmaciones al revelar que los mecanismos cerebrales que se activan con la memoria involuntaria sí se ven afectados con el paso de los años. Por lo visto la capacidad de memoria involuntaria no varía, en cambio sí que lo hace el funcionamiento cerebral. Parece que el cerebro realizara un esfuerzo extra a medida que envejece para alcanzar el mismo objetivo.

Estos resultados apuntarían en la misma cerebro-en-formadirección de otros estudios que indican que, como se ha mencionado anteriormente, nuestro cerebro es mucho más plástico de lo que se creía hasta ahora y, que por tanto, su capacidad de adaptación es mayor de lo que se pensaba. Podemos citar el experimento llevado a cabo por Álvaro Pascual-leone, profesor de Neurología en la Universidad de Harvard, EEUU, en que se tomó a dos grupos de voluntarios.

A uno de los grupos se les enseñó a tocar una pieza al piano en la que se debían usar cinco dedos. Al otro grupo se les pidió que simplemente imaginaran que tocaban dicha pieza. El resultado fue realmente sorprendente. Entre los miembros del primer grupo se observó que se había producido un aumento de la región cerebral correspondiente a la corteza motora responsable del movimiento de esos dedos debido al entrenamiento continuado. Hasta ahí nada nuevo, pues estos resultados ya se habían conseguido con otros experimentos. La sorpresa vino al observar a las imágenes cerebrales de los miembros del grupo que sólo había tenido que imaginar que tocaba: se activaban exactamente las mismas regiones de la corteza motora que se activaban con la práctica del ejercicio real. Es decir, que la simple práctica mental era capaz de estimular la neuroplasticidad.

La neurociencia ha conseguido demostrar la poderosa influencia que ejercen los factores ambientales sobre la estructura y funcionamiento del cerebro.

El cerebro en la vejez sigue adaptándose 

Retomando el estudio realizado por la UNED, tenemos que por una parte se llevó a cabo un experimento con voluntarios divididos en dos grupos de edad: diecinueve individuos de entre 20 y 32 años, y dieciocho de entre 61 y 72 años. A los dos grupos se les mostró una serie de imágenes de seres vivos y de objetos inanimados. Se trataba de comprobar su priming o influencia que tiene un estímulo presentado previamente durante la realización de una tarea en la actuación posterior con ese mismo estímulo. Esta influencia se mantendría tanto si se trata de misma tarea realizada durante la fase de estudio como si se plantea otra tarea distinta. Tendría por tanto un efecto facilitador. También se pretendía valorar el priming de repetición, que se refiere a la mayor facilidad en cuanto a precisión o rapidez de respuesta que se muestra al tratar con los estímulos presentados previamente frente a los no presentados con anterioridad.

La tarea, que se realizó dentro de un escáner que medía la actividad cerebral, consistía en pulsar lo más rápidamente que fuera posible un botón si se mostraba un ser vivo, y otro botón si se trataba de un objeto. Tanto los más jóvenes como los mayores, pulsaban el botón con mayor rapidez si se mostraba una imagen repetida que si se trataba de una imagen que se les mostraba por primera vez. Ambos grupos presentaron por tanto una memoria involuntaria similar. La diferencia viene de la información registrada por el escáner que mostraba que todos los individuos manifestaban una reducción de la actividad cerebral con la repetición de estímulos, pero en el grupo de más edad esta reducción era menor.

En otras palabras, los más mayores mantenían activada una región mayor del cerebro. Soledad Ballestero, investigadora del departamento de Psicología Básica II de la UNED, señala que “nuestros resultados cuestionan la noción mantenida hasta ahora de que la memoria inconsciente no se encuentra afectada por la edad”. La investigadora, primera autora del trabajo publicado por la revista Neurobiology of aging, ha declarado también que “el cerebro en la vejez se adapta para rendir igual que cuando era joven pero con un mayor esfuerzo”. Sería un nuevo ejemplo de la capacidad de adaptabilidad que tiene nuestro cerebro. A esta compensación de los déficits producidos por la edad mediante la utilización de áreas cerebrales que una persona joven no usaría y la reorganización de sus redes neuronales se le conoce como plasticidad compensatoria. Esto permite a personas ancianas sanas realizar tareas cognitivas tan bien o mejor que los adultos jóvenes.

La plasticidad del cerebro humano nos hace únicos como especie

Por otra parte, el otro estudio realizado por investigadores de la UNED sobre la función cognitiva en adultos sanos y en adultos con déficit cognitivo leve ha llevado a los expertos a la conclusión de que el DCL podría constituir un marcador del envejecimiento patológico. Aquí se habían formado tres grupos de veinte personas cada uno: un grupo de adultos jóvenes, otro grupo de adultos mayores sanos y, por último, un grupo de adultos mayores con DCL. El grupo de adultos que presentaba DCL obtuvieron unos resultados similares a los enfermos de Alzheimer a la hora de ejecutar tareas que requieren velocidad de procesamiento y su rapidez de respuesta no mejoró tampoco al trabajar con estímulos presentados previamente.

La neurociencia ha conseguido demostrar la poderosa influencia que ejercen los factores ambientales sobre la estructura y funcionamiento del cerebro. Los humanos somos capaces de utilizar la plasticidad para perfeccionar y hacer evolucionar nuestro cerebro, y esta capacidad nos hace únicos como especie, al menos en nuestro nivel actual de conocimientos. Por otra parte, cada individuo de nuestra especie es único e irrepetible, pues al estar influenciado por las experiencias vividas, participa y colabora en su propia evolución. Esto significa que todos podemos mejorar nuestras capacidades a través del aprendizaje.

Fuentes:

Ballesteros S., Mayas J., Reales J.M. Cognitive function in normal aged and in older adults with mild cognitive impairment. Psicothema, Vol. 25, No. 1, 18-24

El envejecimiento afecta a la memoria involuntaria Noticia. Biomedicina y salud. SINC
Cabeza R.., Anderson N., Locantone J., McIntosh A., Aging Gracefully: Compensatory Brain Activity in High-Perfoming Older Adults. NeuroImage 17, 1394-1402 (2002)

Guillén, J.C. La memoria: un recurso fundamental. Web Escuela con cerebro

Guillén, J.C. Neuroplasticidad, un nuevo paradigma para la educación. Web Escuela con cerebro

Memoria implícita y memoria explícita. Psicología de la memoria Cap. 7. Psicología Uned.com

Neuroplasticidad: la capacidad de recrearnos. Ojo científico.com

Artículo publicado originalmente en e-ciencia.com